Mi confrontación con la docencia
La reflexión que a continuación describo contiene experiencias de mi trayectoria como profesora; incluyo lo que significa para mí la educación y la importancia que ha tenido esta profesión en mi crecimiento como persona.
Realicé mis estudios en Saltillo, Coahuila hasta completar la licenciatura de Ingeniero Agrónomo, y casi inmediatamente empecé a trabajar en el BANRURAL, pero a los pocos meses el gobierno decidió que el banco se liquidara y me quedé sin trabajo, y ni siquiera adquirí experiencia suficiente como para ubicarme en otra institución de este tipo.
Mi vinculación con la educación informal sucedió muchos antes de iniciar los estudios profesionales, cuando estudiaba la secundaria, participé en un programa de alfabetización rural que promovió la iglesia a la que asistía; esta experiencia fue una de las más importantes en mi formación, debido principalmente al compromiso y responsabilidad que se depositaba en nosotros los jóvenes, para hacer un trabajo con niños y adultos que vivían en condiciones de abandono gubernamental.
Después durante el servicio social en la prepa me inscribí al programa de educación para adultos (INEA) y resultó otra vivencia que considero fundamental para decidir, años más tarde, la vocación educativa, a la que me dedico a la fecha.
En pocas palabras y retomando mi desempleo del BANRURAL, decidí solicitar trabajo en un CETis, y luego de varias vueltas (6 meses) me ofrecieron una plaza de 20 horas en Silao, Guanajuato para impartir clase de química. Dos años más tarde solicité mi cambio al CET 21 en León y me recibieron con una carga de 4 materias diferentes (ninguna química ni biología), horario mixto y sin horas de descarga; es decir, me encontré con un plantel muy grande y con necesidades diferentes al plantel ubicado en Silao.
A partir de esa experiencia me di cuenta que las cosas no iban a ser iguales, aún y cuando se trataba del mismo nivel y subsistema educativo, empecé a considerar la importancia del contexto educativo como elemento primordial para la organización del trabajo docente.
El trabajo frente a grupo me ha permitido conocer de primera mano las problemáticas y necesidades de mis alumnos, por ello, considero que esta comunión maestro-alumno es una de las razones que permiten que estemos renovando constantemente nuestras actitudes y valores para establecer adecuadas relaciones y que a la vez construyen un ambiente de confianza en el aula.
Ser maestra en la edad que tienen nuestros alumnos me compromete mucho, ya que recibimos adolescentes de 15 años y entregamos ciudadanos de 18, es decir, tenemos con nosotros a los futuros electores, por lo que la responsabilidad que nos toca es construir actitudes críticas y responsables, comprometidas con su entorno para mejorar su calidad de vida, por lo que la tarea que tenemos es tan delicada que no podemos perder la oportunidad para orientar lo mejor posible las inquietudes de los alumnos.
Las desavenencias que luego se presentan a nivel de compañeros docentes, o con algún directivo también han existido a lo largo de 23 años, pero intento superarlas haciendo cada día mejor lo que me toca, entregar a tiempo la información que me solicitan, evito faltar o llegar tarde; todo esto lo hago por “salud mental”, ya que en la medida en que esté bien y me sienta bien, mi desempeño será mejor.
La mayoría de las vivencias en esta escuela han sido gratificantes, mi crecimiento como profesora me permitió diversificar mi perfil y ahora es grato que confíen en mí para asistir a congresos, seminarios o diplomados para que luego los multiplique a mis compañeros.
Me gusta lo que hago y me comprometo cada ciclo escolar como si fuera el primero de mi trayectoria docente.
La aventura de ser docente es un proceso inacabado –inconcluso, en constante hacerse, y que se da en un proceso recíproco de afectos y conocimientos entre los actores en el aula.
El proceso de investigar y construir tu estilo docente solo es posible a través de la práctica frente a grupo. Es desafortunado que aún en nuestros días, se mantenga en algunos profesores una actitud de resistencia con la cual justifican un estilo obsoleto y poco profesional.
Lograr ese momento de seguridad y confianza plena en ti mismo sólo es posible después de un ejercicio de autocrítica y constante preparación y actualización, además de un razonable entusiasmo por compartir con los alumnos, tus conocimientos e incluso, tu vida.
Recrear la realidad a partir de las historias de vida de los alumnos, permite un acercamiento con ellos y además nos marca la ruta de sus intereses, para luego plantearles el reto de conservar o mejorar el entorno en que se desenvuelven.
El disfrute por la enseñanza solo se vivirá plenamente en la medida en que el profesor pueda generar en sus alumnos la alegría por saber y conocer. Hacer interesante y valioso lo que estás enseñando permite que el alumno se conecte con la ciencia y disfrute tu clase por lo que le aporta para su proceso de vida; probablemente sin saber que en realidad es al contrario, es decir, es el profesor el más afortunado y gratificado por romper esa brecha generacional y lograr una empatía afectiva e intelectual con el grupo.
Construir tu estilo e identidad profesional es una dificultad que está latente y tiende a aparecer con frecuencia; tiene que ver con disfrutar la profesión que decidiste ejercer y también con hacer difícil o fácil el tránsito por las aulas, recuperando y evaluando las experiencias para de este modo determinar tus fortalezas y descubrir como profesor las potencialidades de tu identidad.
Considerar que estás listo para interactuar efectivamente con los alumnos es porque preparaste la clase desde dos perspectivas, desde el que enseña y desde el que aprende; entender que “saber” el tema no es garantía suficiente para pararte en un aula, y que más bien tiene que ver con una conjunción de conocimientos, técnicas, estrategias y afectos.
La tarea de construir tu identidad requiere de una alta dosis de autoestima y confianza, ya que el hecho de compartir lo que sabes con jóvenes, corre el riesgo de que no les importe en lo mínimo, o que despierte en ellos la inquietud de saber más, todo está en que no consideres que te “rebajas” cuando tienes que aprender cómo enseñar, y no tanto qué enseñar, porque en esto último no hay ninguna duda.
En cuanto a la disciplina en el aula, la misma preparación o experiencia del docente le da elementos para reconocer que cada grupo es diferente y que tal vez las reglas que funcionan con algunos, en otros resultan inoperantes. Negociar con los rasgos de evaluación y los porcentajes de los mismos, así como las reglas de la clase, de ninguna manera debilitan la capacidad del docente, sino que proponen una manera diferente de trabajar en el aula; considero que en la medida en que los alumnos participen en la dinámica de organizar el trabajo en salón, se da un compromiso y corresponsabilidad para los logros académicos.
El profesor tiene que valorar la misión que eligió libremente y reconsiderarla cada vez que dude si está haciendo lo que le gusta y si esto tiene que ver con su proyecto de vida y con las metas que como docente se ha propuesto alcanzar.
A partir de la Reforma Integral de la Educación Media Superior, los docentes del CET 21 compartimos una serie de problemas, preocupaciones y satisfacciones, por ejemplo:
Problemas:
• Infraestructura y equipo inadecuados a las nuevas necesidades de enseñanza-aprendizaje.
• Falta de espacios (aulas y salas audiovisuales) para la cantidad de alumnos que hay en la escuela.
• Incorporación de alumnos que regresan de baja académica y su dificultad para insertarse nuevamente en un grupo.
Preocupaciones:
• La dificultad para adoptar una identidad y un estilo docente, porque la mayoría somos profesionistas dedicados a la docencia.
• Adaptar/adoptar los contenidos y métodos constructivistas que propone la Reforma del bachillerato.
• Grupos numerosos (más de 50 alumnos por grupo) y por ende la falta de atención que en ocasiones les dispensamos.
• Ausencia de regulación y seguimiento al manual de evaluación de los aprendizajes.
Satisfacciones:
• La experiencia académica que hemos desarrollado y que nos permite incorporarnos con menos dificultad (susto) a esta dinámica cambiante en programas y formas de enseñar a aprender.
• Nuestros egresados, por la buena incorporación en el nivel educativo superior.
• Desarrollar una actividad gratificante y de gran compromiso social.
• Participar en la construcción de una sociedad más justa y democrática.
• La interrelación diaria con jóvenes y disfrutar esta aventura de ser maestros.
Hoy puede ser un gran día plantéatelo así….es la frase de una de mis canciones favoritas y a la vez encierra un significado importante de lo que la labor docente representa para mí.
El compromiso y responsabilidad de un profesor en una escuela es comparable al de un médico en un hospital; ambos tienen en sus manos la posibilidad de mejorar o empeorar la vida de una persona, solo es cuestión de decidir.
En mi caso he tomado una serie de decisiones que van desde: voy o no voy a la escuela, preparo o no la clase, reviso o no las tareas, me comprometo o no con mis alumnos….y así un largo etcétera; desde mi punto de vista, la cuestión es la percepción que tienes de tu labor (me resisto a llamarlo trabajo) y la felicidad que te aporta realizarlo.
Ser profesora es una de las mayores satisfacciones que tengo y así lo manifiesto a 29 años de haber iniciado en esta actividad, cada día decido empezar de buen ánimo y entusiasta, procuro avanzar las secuencias didácticas desde los recesos docentes para tener claro lo que voy a hacer y para que la serie de actividades alternas a estar frente a grupo no me impidan avanzar en el programa.
Dedico tiempo para hacer la lista de los grupos para familiarizarme con los nombres y para diseñar el instrumento que reúna los elementos con los rasgos que estaré evaluando.
Valoro desempeñar una actividad como la docencia ya que disfruto convivir y relacionarme con jóvenes que tienen expectativas o sueños en los que puedo participar para alcanzarlos.
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